Vayamos por partes a la hora de leer este interesante libro, que rezuma cultura por todas partes hablando de Flamenco con mayúscula.
Ejemplares como este, son lo que los lectores aprecian para completar su formación flamenca y de la cultura en general.
Nada más abrirlo, nos adentramos en la antesala de lo que está por venir con el sugerente tratado de Filosofía Jonda, una meditación sobre la poesía flamenca, que ha salido de la erudición y la sabiduría de don José Martínez Hernández, doctor en filosofía, catedrático de bachillerato, profesor asociado de la Universidad de Murcia, entre otros cargos dentro de su brillante palmarés.
El profesor Martínez Hernández, natural de Javalí Nuevo, población que pertenece administrativamente a Murcia, comienza aquí el desarrollo humanístico con prosa lúcida hasta la página 34. A continuación, cede la pluma a don Félix Grande Lara, uno de los grandes intelectuales con que cuenta el Flamenco desde hace bastantes años. Su nombre, es referencia obligada en todos los eventos que se celebran a lo largo y ancho de la geografía española.
Nuestro amigo Félix, ha sufrido en sus propias carnes las consecuencias de la escasez y la intransigencia, y lo lleva marcado en su cuerpo desde que vino al mundo en Mérida en 1937, que desde los dos años hasta los veinte los pasó en Tomelloso; y actualmente vive en Madrid. De ahí, los muchos encuentros que hemos tenido con el Flamenco como protagonista, aunque hayamos tocado otros temas sociales muy enriquecedores para mi. Una noble amistad, en la que, lo admiro por su sencillez y sapiencia. Félix es un libro abierto para quien tenga la suerte de hablar con él.
Los autores, han volcado en 149 páginas todo lo que Cante ha sentido a lo largo de dos siglos, más o menos, con la poesía del pueblo y de los poetas, sin dejarse atrás a los propios cantaores, y la demosofía, como nos dejó escrito Blas Infante.
Por su alto interés para ustedes, permitidme que reproduzca lo que nos encontramos al comenzar la lectura: “Los montes crían letrados y las cabañas de los pastores encierran filósofos”. Importante enseñanza que pertenece a la grandeza de don Miguel de Cervantes, y que está dentro de la universal obra Don Quijote de la Mancha.
Esta cita cervantina, es el preludio que don José Martínez Hernández utiliza para conducirnos al interior como punto de encuentro. Filosofía Jonda; y sigo reproduciendo literalmente lo que figura en la página once: “La filosofía académica e institucional, la que concede títulos y dignidades y actúa como severo y envalado semáforo del saber filosófico (“usted si es filósofo, usted no, usted… con precaución”) no se ha ocupado jamás ni mucho menos de la filosofía o sabiduría popular ni la ha tomado en cuenta”.
Y seguimos disfrutando y aprendiendo, en la página 17; el señor Martínez nos sobrecoge certeramente al exponer: “La poesía flamenca reconoce que el sentir es más amplio que el saber, el sentir es un océano y el saber es una isla en mitad del océano”. Evidentemente, si no me equivoco, filosofía quiere decir, entre otras cosas, amor a la sabiduría. Gracias profesor, por refrescarme la memoria, y darme cuenta de lo que hasta ahora he aprendido por deducción de las disciplinas a las que he dedicado parte de mi tiempo, como pobre y humilde aficionado por el interés del saber.
En la página 35, coge la pluma Félix Grande, y en paralelo con el capítulo I de la Biblia, leemos: En el principio creó Dios los cielos y las estrellas… y sigue el libro santo hasta llegar al Apocalipsis que finaliza en la página 1788 la versión de la Biblia de Jerusalén. El poeta, el escritor, el amigo, el guitarrista dice: “En el principio, en los barrancos/ del estertor del siglo XVIII/ y el bostezo del XIX/ mientras el clero/ la corona/ y los caciques se adjudican/ los dos negocios más rentables/ todo lo humano y todo lo divino”…
No se le puede pedir más al literato flamenco para definir el momento del nacimiento del Cante en Andalucía. Cuando escuchamos una seguiriya, o una soleá, creo que está la razón del ser del sur andaluz, la vida y la muerte, pero con la desigualdad cruda y dura, para otros peor, ésa es la diferencia.
El capítulo, Antología de coplas flamencas, recoge todos los poemas desde el martinete clásico, con letras entre otros de de Cagancho, El Cagón y El Mellizo. Después pasa capítulo a capítulo, a la seguiriya, soleares, bulerías, cantes de Cádiz, cantes mineros, malagueñas, granaínas, y fandangos. Y sigue el libro con una selección de biografías de personajes históricos, que es completado con las bibliografías que ellos han trabajado, para que podamos nosotros, seguir ahondando en estos conocimientos del cante, el toque y el baile, con el añadido de la filosofía y la poesía.
Poesía Flamenca, es un libro para sentir, para comprender, y lo más importante, estar informado.
Lo he pasado muy bien leyendo a dos personajes cada uno en su faceta, lo mismo les deseo a todos ustedes.
Antonio Nieto Viso
Así titulan su obra compartida el murciano José Martínez Hernández y Félix Grande y que publica la Universidad Popular “José Hierro” de San Sebastián de los Reyes (Madrid).
Ambos, Pepe y Félix, han reflexionado en varias publicaciones sobre el flamenco, su historia y actualidad, así como sobre su dimensión estética y poética. Pepe Martínez es filósofo que canta jondo, y no lo hace nada mal, como hemos podido comprobar en ocasiones, la última en la Peña Flamenca “Antonio Piñana”, en su sede de Cartagena. Precisamente denuncian que la Filosofía con mayúsculas, académica e institucional, no ha prestado atención a la filosofía, con sencillas minúsculas, o sabiduría popular expresada en los mitos, leyendas, cuentos, fábulas, ritos, etc. La gente del pueblo piensa, como ya nos advirtió un poeta que llevó al español a una de sus más elevadas cimas, nos referimos al inmenso Antonio Machado, por boca de Juan de Mairena:
“Pero hemos de acudir a nuestro folklore, o saber vivo en el alma del pueblo, más que a nuestra tradición filosófica, que pudiera despistarnos (…). Nuestro punto de arranque, si alguna vez nos decidimos a filosofar, está en el folklore metafísico de nuestra tierra, especialmente el de la región castellana y andaluza”.
Y que bien lo cuenta el cante flamenco en una de sus letras: “Los siete sabios de Grecia/ no saben lo que yo sé…/las fatiguitas y el tiempo/ me lo hicieron aprender”.
La poesía del cante filosofa y encuentra en el amor y la muerte el binomio fundante del ser humano: “(…) el cante, diga lo que diga, expresa siempre la pasión, señala hacia el fondo trágico de la existencia y habla de él aún sin nombrarlo. El grito estremecedor que le caracteriza tiene su raíz en el Amor/Muerte, es una mezcla de afirmación y de destrucción, es una afirmación de la destrucción, un éxtasis pasional”. Escuchemos a los sabios analfabetos que lo cantan: “Yo creía que el queré/ era cosita de juguete, / y ahora veo que se pasan/ las fatiguitas de la muerte”. O esta otra: “Tiro piedras por la calle, / al que le dé que perdone: / tengo la cabecita loca/ de tantas cavilaciones”.
Hay letras que escribieron para el cante poetas como los Machado, otras que no fueron concebidas por sus autores para el flamenco pero las han cantado como es el caso de poemas de Miguel Hernández, San Juan de la Cruz o Ibn Arabí. También se cantan por estilos mineros las quintillas de los troveros. Hay inspirados versos que salieron de las bocas desdentadas de los hijos de la miseria pero que bien pudieran haber sido escritos por autores cultos, incluso poetas orientales: “En la torre está el reló./ El mochuelo en el olivo. / En mi corazón, la pena /…Cada cosa está en su sitio”. A veces no sabemos distinguir la autoría, si es anónima del pueblo o lleva firma culta.
Citas muy bien traídas por Félix Grande y José Martínez, ciudadanos y escritores que vienen reivindicando desde hace muchos años un arte que se reivindica él solo por su enorme riqueza patrimonial. “Nosotros no salvamos al flamenco, es el flamenco el que nos salva a nosotros”, llegó a decir Enrique Morente. Acaba de reconocerse ahora con su declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, aunque la Cultura, escrita así con mayúsculas pomposas, le haya dado la espalda de manera vergonzante en tantas ocasiones. Suerte que siempre hubo intelectuales que supieron estar ahí como un García Lorca, Manuel de Falla, Andrés Segovia, Alberti, Caballero Bonald, Antonio Gala, etc.
El flamenco es una de las músicas más radicales del mundo por su trágico pálpito, una belleza dramática que expresa el desamparo, ya que como ninguna otra expone nuestro discurrir por el Amor/Muerte. Y eso sólo con el primer “¡Ay!” de arranque del cantaor.
Félix y Pepe han logrado trasmitirlo, acompañando una antología de más de trescientas letras, la mejor prueba de cuanto afirman, a lo que suman biografías de sus autores ¡Buena lectura!
José Sánchez Conesa